Icono del sitio Silvia Sanz – Psicologa

RABIETAS. COMO CONTROLARLAS

Todos hemos presenciado en alguna ocasión una rabieta de un niño/a, nuestro o de otros padres. Las pataletas son una característica sobresaliente de los niños de uno a tres años, aunque también se pueden presentar desde los 6 meses a edades más avanzadas.

¿Por que reaccionan de esta manera?

Sentir es vivir. Y tener emociones y sentimientos es parte de la condición humana, los niños además no se inhiben, no han aprendido aun a auto controlarse, expresan sentimientos de de un modo natural, sin filtros, son parte de su encanto, cuando son positivas esas emociones.

Cuando se frustran, por no conseguir coger un juguete, porque sus padres no le entienden, por llamar la atención,… y lo manifiesta llorando, pueden estallar en  una rabieta (cuando están cansados/as, malitos/as o con hambre, estarán mas sensibles y la posibilidad de estallar en una rabieta aumenta).

Deben aprender a modular las emociones frente a la sociedad, y a pedir de otro modo más adecuado, para ello, estamos los padres.

¿Qué hacer frente a las pataletas?

–          Aprende a distraerle. Una vez que inicia la frustración, dirige su atención hacia otra tarea menos frustrante.

–          Escoge los enfrentamientos cuidadosamente hasta que aprenda a controlar sus rabietas, eso sí, regañarle si está en peligro su seguridad, hay que ser firme y consistente.

–          Si tu hijo tiene un temperamento explosivo, seguramente reaccionara mejor ante la estimulación positiva, sus buenas conductas y sus esfuerzos por controlarse deben ser elogiados y premiados mediante abrazos y refuerzos agradables.

–          No consentir una rabieta. Cuando se inicie, simplemente ignorarla, apartarse o contenerle físicamente al niño si se trata de una conducta violenta y destructiva, mostrándose tranquilo y firme.

–          Darle una oportunidad para tranquilizarse, puedes llevarle a otra habitación, y decirle que esperamos que ahí esté más tranquilo y se le pase.

–          Haz otra cosa mientras dure la rabieta, si la habitación donde se encuentra es segura, ir a otra estancia, continuar la conversación que mantenías o la tarea que estuvieras haciendo.

–          No mirarle. Una breve mirada puede prolongar la rabieta. Cuando disminuya su llanto, aprovecha para decirle de un modo pausado, “cuando termines de llorar, te espero para ir a jugar”.

–          Cuando deje de llorar y venga a jugar, recibirle como si no hubiera pasado nada, sin mencionar el incidente.

 

Ante todo recordar que nuestros hijos están aprendiendo y que cada conflicto es una oportunidad para crecer y conocer otras alternativas para lograr lo que se proponen, para eso estamos nosotros, los padres, para indicarles el mejor camino, premiando lo adecuado y enseñándoles las salidas mas adecuadas.

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