10 Nov Abuelos, los grandes educadores
El modelo clásico de estructura familiar venía definido por la idea de que el padre es quien trabaja fuera de casa, y la madre, la que se queda en la misma al cuidado de los niños. Actualmente, cuando ambos trabajan es el abuelo el que, en muchos casos, se queda al cuidado de los hijos; les recoge en el colegio y les cuida en casa.
La ancianidad no siempre coincide con ser abuelo, puesto que algunos son realmente jóvenes. Pero, a pesar de esto, puede que hayan pasado por situaciones como la pérdida de seres queridos, la jubilación, el inevitable deterioro físico y demás situaciones que pueden hacer que se sientan vulnerables, solos o deprimidos. Cuando esto ocurre, y se pretende que respondan en la convivencia familiar como cualquier otro miembro, exigiéndoles responsabilidades, puede que ya no estén tan capacitados y se sientan fracasados. Más no tenerles en cuenta también les hace sentirse rechazados; por eso, en ocasiones, no sabemos cómo actuar para no caer en el exceso ó en defecto.
No obstante, ser abuelo puede ser una etapa de la vida tan feliz como otras. Muchas veces esto depende del propio proyecto de vida, pues aquellos que han desarrollado actividades gratificantes, diversificadas e intensas, y disfrutan de un equilibrio emocional, tendrán suficientes instrumentos para abordar satisfactoriamente esta etapa. Los abuelos cuentan con la gran ventaja de la experiencia, muy beneficiosa para la educación de los nietos, ya que es en la infancia cuando adquieren gran parte de las formas de comportamiento, costumbres, creencias y tradiciones. También pueden ayudar en el desarrollo de la personalidad y las aptitudes del niño, y cubrir las necesidades que tienen de relacionarse socialmente.
Los niños necesitan sentirse queridos y protegidos, y los abuelos pueden transmitir lo mejor que albergan dentro de sí mismos y ser parte importante del crecimiento de un niño (más allá de llevarles o traerles de casa al colegio).
Autor: Silvia Sanz Garcia