24 Oct Si rompo con mi pareja, ¿Quién se queda la cuenta de Netflix?
Comparto mi colaboración con SModa EL PAÍS
La custodia de Netflix: el nuevo gran drama de las rupturas sentimentales
Por razones prácticas, emocionales o puramente económicas, la propiedad de las plataformas digitales compartidas se ha convertido en un campo de batalla habitual en cada separación.
“Mi ex y yo rompimos hace año y medio y este último fin de semana me ha expulsado finalmente de su cuenta de Netflix. Juro que esa mierda me ha dolido más que la separación”. Es el nuevo drama millennial por excelencia. Los más de 90.000 ‘me gusta’ que consiguió esta declaración de una usuaria de Twitter ratifican el sentir común de toda una generación que ve cómo el final de una relación sentimental puede ser el principio de una cruenta batalla por la custodia de las cuentas en común. Las clásicas mascotas o recibos de la luz han dejado paso a una separación de bienes digitales compuesta por los Netflix, HBO, Spotify o Amazon, y la gestión que se haga de los mismos puede suponer un importante obstáculo a la hora de superar esta etapa vital. Hoy, en problemas del primer mundo, ¿qué debemos hacer con nuestra cuenta conjunta de streaming?
Compartir plataforma de vídeo, música o compra online es el nuevo ‘dejar el cepillo de dientes en baño ajeno’, la opción por la que apuestan los más jóvenes para hacer oficial una relación amorosa. Un estudio promovido por Netflix desveló que la mayoría de los encuestados consideraban que compartir su cuenta con su pareja era una etapa clave en su romance, asegurando que esperarían hasta que la relación fuera exclusiva para dar el paso. “Es una nueva era, pero seguimos comportándonos del mismo modo para crecer como parejas. Desear tener proyectos comunes, compartir aficiones y crear algo juntos es básico en las relaciones de pareja; simplemente ha cambiado el formato. Hoy el crecimiento de una relación se simboliza compartiendo este tipo de cuentas como modo de compromiso”, nos confiesa la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz, especializada en terapia de pareja. En 2019, la desconexión emotiva está acompañada de la desconexión digital y un cambio de contraseña significa un final más definitivo que cualquier “te dejo”.
La custodia por la cuenta puede convertirse en un campo de batalla a la altura de la propiedad del piso en común, como aquella comedia romántica (Separados) en la que Jennifer Aniston se veía obligada a compartir la vivienda con su ex. Aunque lo más lógico sería que quien pague se la quede, la razón más repetida entre los que intentan agarrarse al dominio de la contraseña es la valiosa propiedad intelectual invertida en estas plataformas. Horas y horas de visualizaciones que han personalizado un algoritmo que nos indica qué hemos visto, qué nos queda por ver y qué recomendaciones son las más acertadas para nuestros gustos. Una nueva cuenta supone empezar de cero, por lo que no es de extrañar que la opción de extraer el historial sea una de las características más demandadas por los usuarios en el futuro a corto plazo de estas plataformas.
Los expertos sostienen que en los tiempos hiperconectados de Netflix, HBO o Amazon romper es una tarea mucho más ardua que antes. Cuando el cisma es un hecho, solo hay dos salidas: continuar compartiendo nuestras cuentas, asumiendo el riesgo de que nuestro ex pueda chequear qué vemos, escuchamos o pedimos; o crearnos nuevas. “Esta última decisión no tiene solo una razón psicológica, de sentido común, sino que la apoyan motivos biológicos”, sostiene a S Moda Silvia Sanz, que añade: “Al tener información de la persona amada se vuelven a segregar hormonas del placer que generan una vuelta atrás en el proceso de recuperación. El amor es como una droga: cuando dejan de segregarse estas sustancias, surgen los problemas; las endorfinas y las apomorfinas, sin embargo, son hormonas que inducen a la adicción”.
Una vez separados, Sanz concluye que la disyuntiva entre compartir o no cuentas solo depende de la voluntariedad y participación en dicha decisión, y de la relación posterior entre los miembros de la pareja. Otros expertos, como el consejero y terapeuta marital Peter Saddington, son expeditivos: “Una vez que la relación ha acabado, todo lo demás también, así que cambia tu contraseña tan pronto como puedas. Solo se trata de ser realistas”, afirmó en The Guardian. Sabemos que es un fastidio perder el hilo sobre cuántos capítulos de Succession te quedan por ver, pero quizá merezca la pena con tal de ahorrarte más sufrimiento. Que las lágrimas te las provoquen los Roy o los Stark, no el –añade aquí adjetivo– de tu ex.